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Está claro que las formas actuales de gestión y de liderazgo
en el trabajo no están funcionando y nosotros creemos que esto sucede por dos razones.
En primer lugar, el liderazgo y la gestión tienden a parecerse más a la ingeniería y no lo suficiente a la psicología.
Las empresas y sus directivos pasan tiempo pensando en el diseño de los procesos de trabajo para que éste sea eficiente.
Y eso tiene que ser al revés. Lo que las empresas y los gestores deben hacer es
centrarse en el diseño de los procesos en torno a la optimización del comportamiento de sus personas.
La segunda cosa que veo que sucede es que, si nos fijamos,
el desarrollo en el puesto de trabajo tiende a ser negativo.
Las empresas y los directivos identifican las debilidades y las carencias de los empleados,
y luego invierten en la capacitación de hacer frente a estas debilidades y llenar esos vacíos.
Llamamos esto las oportunidades de desarrollo, pero todo el mundo entiende que,
fundamentalmente, el enfoque es negativo.
Y está claro, según los datos de participación de los empleados,
que este enfoque no está funcionando.
Cuando se piensa en el puesto de trabajo moderno,
este trabajo se caracteriza por la volatilidad, la ambigüedad, la incertidumbre,
y cada vez más por la rotación de cambio.
Por lo tanto, para que las empresas sean capaces de lograr resultados sostenibles en circulación,
algo tiene que cambiar en la manera que estamos gestionando y liderando.
Nosotros creemos que el comportamiento humano va a cambiar fundamentalmente
la naturaleza de la gestión y el liderazgo en el puesto de trabajo.
Cuando nos fijamos en el campo de la psicología aplicada,
éste ha dedicado más de un siglo a ayudar a las personas que tienen dificultades
para volver al funcionamiento normal.
Hace aproximadamente una década, la Asociación Americana de Psicología,
dirigida en aquel momento por Martin Seligman, hacía una serie de preguntas.
Lo que preguntaron fue que por qué no puede el campo de la psicología
también centrarse en ayudar a las personas que son normales, o funcionan bien,
o incluso a los que lo hacen muy bien para que funcionen aún mejor.
Tras ese tipo de preguntas nació la nueva ciencia de la psicología positiva.
La psicología positiva es la ciencia de la identificación de las fortalezas de las personas
y ayudarles a desarrollar sus puntos fuertes para ser mejores.
Así que ésta es la ciencia de la grandeza humana.
El liderazgo positivo es la psicología positiva aplicada a la
optimización del rendimiento humano en el puesto de trabajo.
Resulta que el bienestar de los empleados y el bienestar financiero de las empresas están íntimamente ligados.
Los empleados que están contentos y comprometidos,
son un 30% más productivos, sus ventas son 35% más altas,
y ellos son más innovadores y más creativos en todo lo que hacen.
El desempeño de la empresa está impulsado por el desempeño de sus personas.
El liderazgo positivo es un nuevo camino y un paso hacia adelante
para ayudar a las empresas a lograr resultados extraordinarios y sostenibles
en el puesto de trabajo moderno.