Tip:
Highlight text to annotate it
X
C.M.I. Presenta:
EL GLOBO BLANCO
Guión: Abbas Kiarostami
Idea original de: Parviz Shahbazi
Interpretada por: F. Sadr Orfani, A. Bourkowska,
Aïda Mohammadkhani, Mohsen Kafili,
Mohammad Bakhtiari, Mohammad Shahani.
Realizador: Mehran Rassam Ayudante de cámara: Mahmoud Heydari
Foto fija: Fatemeh Taamidi Créditos: Zabiholah Asgari
Realizador adjunto: Behrouz Hamed Saberi
Ayudante de realización: Parviz Shahbazi
Ingeniero de mezclas: Mehdi Dejbodi
Ingenieros de sonido: M. Mortazavi, S. Ahmadi
Productor ejecutivo: Ferdos Film Company
Director de producción: Kourosh Mazkouri
Director de fotografía: Farzad Jowdat
Decoración, montaje y realización: Jafar Panahi
Estimados oyentes, les deseamos un buen día.
Son las 5.07 horas.
Falta exactamente una hora, 28 minutos
y 30 segundos para el Año Nuevo.
¿Está equivocado este señor?
Sí, está diciendo tonterías.
- ¿Puedo hacerle una pregunta? - Por supuesto.
¿Se le puede extraer el aguijón a este animal?
¡No tiene aguijón,
amigo mío!
¡No es ni una avispa, ni un escorpión!
- ¿Una serpiente no tiene aguijón? - ¡No, tiene dientes!
- ¿Dientes venenosos? - ¡Por supuesto!
Ahora que ya saben
que la serpiente tiene dientes venenosos,
saben también que todas estas serpientes son venenosas.
Así que, con su permiso,
voy a recitarles un poema
mientras saco la serpiente cornuda.
Les enseñaré sus cuernos a quienes quieran verlos.
¡Vamos!
Pero los cuernos de una serpiente no son los de un ciervo.
Ni los de un ciervo, ni los de una cabra.
Son como dos granos de arroz
de ambos lados
de su cabeza, y los llaman los cuernos de la serpiente.
Mamá, déjame comprar uno... Volveré en seguida.
He dicho que no.
- No cierres. - Demasiado tarde.
- ¿Adónde vas? - A comprarle jabón a papá.
- Por favor, déjame comprarlo. - He dicho que no.
Mira en el estanque.
¿Dónde los conseguirán?
Siempre nos los han comprado a nosotros, pero este año no.
Son los mismos peces que venden en el mercado.
Volveré rápido. No me perderé, te lo prometo.
Los he visto yo misma.
Son diferentes. Los nuestros están flacos.
¿Qué has dicho?
¡No queda una sola gota de champú!
¡No estaba hablando contigo!
De verdad, no son iguales.
¡Los nuestros están tan flacos!
¡Flacos! ¡No vas a comértelos!
Cuando mueven sus aletas, es como si estuvieran bailando.
Sus aletas son largas. ¡Y tienen cuatro!
Ya basta. Tengo mucho que hacer.
Guarda la cesta y dame un tiesto.
Pero sólo quedaban tres.
Si no me doy prisa, no quedará ni uno.
No tendremos ninguno para el Año Nuevo,
ni para cuando venga la abuela.
¡Y no podemos celebrar el Año Nuevo sin peces de colores!
No te quedes ahí sentada. Ven y pesca uno de estos.
Trae la red
y la pecera.
Vamos, muévete.
Mamá, déjame ir, por favor.
Te daré todos mis regalos a cambio.
¡No has recibido regalos todavía!
La abuela me dará regalos.
Te los daré todos.
¡Te pones la ropa nueva antes de Año Nuevo,
y regalas tus regalos antes de recibirlos!
¿Qué pasa?
Nada.
Un capricho de la niña. Y tú date prisa.
Si llegas tarde a por tu madre
será culpa mía.
Y tú no llores la víspera de Año Nuevo
o te pasarás el año llorando. Pesca el pez.
Ve a por la red
y lava la pecera. Date prisa.
¡Papá! ¡Papá!
- ¿Qué pasa? - Aquí lo traigo.
¡Ya era hora!
Deja la cesta dentro
y la fruta al lado de la fuente.
Se ha roto la bolsa.
¡Otra vez
lloriqueando!
No quiere darme dinero para el pez.
¿No te gustan los nuestros?
¡Ya se ve que no has visto los otros!
Cuando nadan moviendo las aletas,
parece que están bailando.
- ¡Y tienen tantas aletas! - ¿Cuánto cuestan?
- Me dijeron que 100 tomans. - ¡100 tomans!
¡Quieres pagar 100 tomans por un pez de colores!
¡Con ese dinero puedes ver dos películas!
¡Estás loca!
¡Te pido champú y me traes jabón!
¡Nunca prestas atención!
¿Otra vez has vuelto
a enfadarle?
¡Haces lo que te da la gana!
Creía que me había pedido jabón, no champú.
Su voz retumba. No se le oye bien
desde aquí.
Saca el jabón del agua y sécalo.
¡Zahra!
¿Quieres champú de huevo?
Sí, champú de huevo.
Venga, date prisa.
- Entonces, ¿te traigo champú? - Sí.
¿Aún sigues aquí? ¿Quieres que vuelva
a regañarte?
- Hola Reza, ¿qué tal estás? - Bien, gracias.
¿Qué tal tu madre?
Me ha encargado que le pida un pez.
Para nuestra decoración.
A ver si se entera Razieh.
¿No son estos peces los mismos que los de Año Nuevo?
Sí.
¿No son como los que venden
en el mercado?
- Sí. - ¡Ya ves!
¿Dónde
te dijo tu madre que los consiguieses?
Aquí.
¡Ves!
Jamás me crees.
Adelante, Reza. Cógele uno a ella también.
¡Mamá!
¿Tienes uno?
Precioso, ¿verdad?
Estos están flacos, los otros están gorditos.
Sólo cuestan 100 tomans. ¿Ni siquiera eso podemos pagar?
¡Es increíble!
¡Los demás se llevan nuestros peces
y tú quieres comprar el tuyo
en el mercado!
¡Tenemos cosas mejores que hacer!
O estos, o nada.
Limpia bien la red.
- ¿Y ahora qué pasa? - El agua está fría.
Ya voy.
Vete a ver si funciona el calentador.
Adiós.
- ¿Cogiste unos cuantos? - Sí.
¿Cuántos has cogido?
Papá, te he traído el champú.
- ¿Qué es eso? - Una carta para los vecinos.
- ¿De dónde? - De Mashhad.
Métesela debajo de la puerta y sigue con tus cosas.
Queridos oyentes,
son las 5 horas, 18 mn y 21 s.
¿Cuántos pescó Reza?
Falta 1 hora, 15 mn y 9 segundos para el Año Nuevo.
¡Feliz Año Nuevo!
- ¿Está encendido el calentador? - Ahora lo miro.
Toma, esto es para ti.
- ¿Qué quieres a cambio? - Nada.
No te creo.
Tú jamás regalas nada.
Mira qué flaco está.
Los del mercado son diferentes.
Son mucho más bonitos.
Sólo quedaban tres. Si no compramos uno...
- Se acabarán. - ¿Sólo me das este globo...
a cambio del pez?
¿Qué quieres?
- El que te dio el tío. - ¿Cuál?
El que te trajo.
No.
- ¡Ali! - ¿Qué pasa?
- Dame el bidón de gasolina. - Ya voy.
Bien,
¿me lo darás?
Espera un poco.
Echa la gasolina ahí.
Cierra el grifo,
está apagado.
Ábrelo ahora.
¿Lo has abierto?
¡Ábrelo!
Vamos, ábrelo. ¿Funciona ahora?
¿Aún no has limpiado los zapatos de tu padre?
Limpia los tuyos de paso.
Dijiste que me comprarías zapatos nuevos.
Lo haré. Pero ahora, limpia estos.
Todo está muy caro antes de Año Nuevo.
¿También limpio estos?
Te los dejaré impecables. Ya verás, quedarán como nuevos.
¡No te pongas tan pesado como tu hermana!
No me queda nada.
No me queda dinero.
Sólo un billete de 500 tomans para los regalos.
¡Quinientos!
¿A quién vas a dárselo?
A nadie en particular.
Voy a cambiarlo. Y si la gente te da dinero,
yo también podré darles a sus hijos.
Limpia eso también. Haz lo que te digo.
No voy a repetírtelo.
Date prisa o tu padre se enfadará.
¡Mamá!
¿Y ahora qué?
He dicho que no.
Sólo quiero decirte una cosa.
¡Sé qué vas a decirme, ya basta!
Sólo un segundo, prométeme que no te enfadarás.
Sólo un segundo.
Haz lo que te he dicho.
Si no quieres,
no insistiré.
De acuerdo.
- Acércate más. - Habla de una vez.
Quiero decírtelo al oído.
Pues ven a decírmelo.
Bien, tráeme el bolso.
¿Y bien?
De acuerdo, pero recuerda tu promesa.
- Te dije que era tuyo. - Quédate ahí, no debe verte.
Mira cuánto dinero queda.
Dos de veinte.
- ¿Y en el bolsillo? - Un billete de quinientos.
- ¿Cuánto costaba el pez? - Cien.
¡100 por un pez!
El vendedor dijo que todos costaban cien.
¡Sin la pecera!
Coge el billete de 500 y vete a comprarle uno.
¿Quién me da
una toalla?
- ¿El globo ya es mío? - Sí.
- ¿Prometido? - Sí, es tuyo.
- No puedes irte. - No tardaré.
- No pierdas el dinero. - No.
Mientras cantas, sacas la serpiente,
nadie ha visto jamás una serpiente igual.
La sacas con el palo.
Y mientras se la enseñas a la gente,
yo pasaré el sombrero. Espero que seáis generosos.
Que Dios bendiga a quienes nos ayudan.
Veamos como todos vosotros ayudáis
a estos Derviches.
Esta es
la primera serpiente.
En esa caja hay otra que pese más de cuatro kilos.
Quizá piensen estos caballeros que no vamos a enseñársela.
Se equivocan. La serpiente ama el dinero.
No querrá salir
hasta que no vea el dinero.
Queridos amigos, seáis turcos, persas o árabes,
provengáis del norte o del sur, todos comprendéis
las necesidades de estos Derviches.
Sólo falta una hora para el Año Nuevo.
Pasaré entre vosotros. Sé que seréis generosos.
Que pueda al menos comprar un pez
para la cena de mis hijos.
¡Mirad esto!
¡Dan billetes caducados
a este pobre Derviche!
¡Ya nadie los acepta, ni el panadero, ni el tendero!
Dios te bendiga.
Esta niña ha dado un billete de 500
para la cena del Derviche,
para la cena de sus hijos
y para el pez del Derviche.
Es la prueba de su generosidad.
No tiene más
de seis
o siete años.
Pero,
gracias a su donativo,
podré cenar esta noche.
Ahora sacaré la serpiente.
La sacaré y la pondré en el centro
para el Año Nuevo, para que todos la vean.
Que Dios os bendiga.
¡No has olvidado nada
para la ceremonia del Año Nuevo!
¡Qué sabzeh más bonito!
- ¿Qué llevas en la bolsa? - Es para el Año Nuevo.
¡Ya tienes el pescado para la cena de esta noche!
Pero te conozco muy bien.
Eres un hombre respetuoso. No pierdas el tiempo aquí.
Vine porque quería verte actuar, me gusta
tu número.
Que Dios te bendiga.
¡Qué buen aspecto tienes! ¡Veo aquí el pollo que has comido,
y aquí el pavo!
¡En Irán tenemos unos mozos tan fuertes!
Quiero mi dinero.
- ¿Cómo? - Quiero mi dinero.
- ¿Qué dinero, angelito? - Para comprar el pez.
¿Para el pez que el Derviche quería comerse con el arroz?
Lo que se da no se quita.
Tu dinero ha desaparecido.
Ahora lo tiene mi socio.
Está en su bolsillo.
Pero yo quiero mi dinero.
Mi madre me dio un billete de 500 para comprar un pez de colores.
Comprendo.
Mi querido Derviche...
- Escucha. - ¿Qué?
- Escucha... - ¿Qué?
La madre de la niña quiere su dinero.
¿Qué te parece?
- ¡No nos lo dio a nosotros! - ¿A quién pues?
¡A esta serpiente, a esta sinvergüenza!
Así que pondremos el dinero aquí
para que pueda venir a por él.
¡Aquí está el dinero!
Ven a cogerlo, angelito.
- ¡Mi querido Derviche! - ¿Qué?
¿Qué vamos a hacer con esta niña?
¿Se te ocurre algo?
¡No lo sé! Vamos a darle una oportunidad
para que pueda acercarse a recuperar su dinero.
Si no se da prisa,
la serpiente se despertará
y no podrá recuperarlo.
¿Has oído lo que ha dicho el Derviche?
¿No te dije
que esta serpiente
es una sinvergüenza?
¡Mira, niña!
¡Ya ven, caballeros,
que el Derviche nunca miente!
La serpiente no saldría si no hubiese dinero.
Si quiere su dinero...
- tendrá que cogerlo ella misma. - Lo haré yo.
Yo lo cogeré y se lo devolveré.
- ¿Seguro? - Seguro.
- ¿No te arrepentirás? - No.
¡Serás cabezota!
¡Deja que lo haga ella!
Vamos, nena, ven a ver la serpiente.
Es ella quien hace que salga.
¿Quieres que se le eche encima? ¿Quién tiene agallas para acercarse?
¡Todos atrás,
os morderá!
¡No insistáis!
Fijaos bien, caballeros,
veréis si esta serpiente
deja que le quiten su dinero.
¿Acaso tengo cara de mentiroso?
¡Yo, un anciano canoso!
¡Esperad,
y veréis si miento!
- ¿Qué vas a hacer ahora? - Devolverle el dinero.
¡Jamás me escuchas!
¡Qué hay de nuestra cena!
¿Con qué dinero querías tú cenar?
¡Con razón tienes siempre los bolsillos vacíos!
¿No pretenderás que me quede con su dinero?
¿No ves cómo llora?
El dinero no es suyo, es de su madre.
Aquí tienes, pequeña.
A la serpiente le gusta tu dinero.
Ves, no sale
hasta que no ve el dinero.
No os había mentido.
Angelito, dime la verdad, ¿te da miedo la serpiente?
¡No tiene dientes!
Sólo lo decimos para ganarnos la vida
y alimentar a la familia. Ves, ni un sólo diente.
No tengas miedo.
Me la meteré en el bolsillo para que no te asuste.
¿Ya está?
Sécate las lágrimas. Todo está arreglado.
Jamás nadie ha salido llorando de mi espectáculo.
Vamos, sonríe y te daré tu dinero.
Muy bien.
Aquí tienes tu billete.
Vete.
Que Dios te bendiga.
Hola.
Hola. ¿Deseas algo?
Un pez de colores.
- ¿Cuál quieres? - Uno de esos.
Uno de los blancos,
con muchas aletas.
- ¿Quieres uno grande? - Sí.
Cuestan 200.
¡Antes me dijo que costaban 100!
¡No todos!
Los pequeños cuestan 100, los grandes cuestan 200.
Pero por ser tú, te daré éste pequeño tan gracioso
por sólo 100.
Bienvenida, señora, mire cuanto quiera,
pase usted.
Está usted en su casa.
Bien, ¿has traído el dinero?
Déjame verlo.
¿No puedo llevarme uno grande por 100 tomans?
No, los grandes cuestan 200. ¿Cuánto tienes?
Enséñame
tu dinero.
Vamos, sácalo.
¿Qué has hecho con él?
Busca en tu bolsillo. ¿Dónde lo pusiste?
¡He perdido mi billete de 500!
¿Dónde lo perdiste?
Lo metí en la pecera.
- ¿Y quién lo ha cogido? - No lo sé.
¿Qué pasa ahora? ¿Qué quieres?
- Antes traje 10, ahora 5. - Eso hace 15.
- ¿Cuánto te di antes? - 200.
¿Y cuánto quieres ahora, doscientos cincuenta?
Toma, chico,
aquí tienes.
Ahora, lárgate.
No sólo el trabajo es duro, sino que además,
esta niña está llorando.
- ¿Cuánto dinero tenías? - 500 tomans.
¿Un billete de 500, seguro?
- Sí. - ¿Y qué querías comprar?
Un pez.
¿Qué clase de pez?
De los que hay en esa pecera.
¡Pero esos no cuestan 500!
Quizá tenías que comprar un pez más grande.
No.
Pero esos no son
tan caros.
- ¿Estás segura? - Sí.
- ¿Sabes distinguir un billete de 500? - Sí.
- ¿De qué color es? - Rojo.
¿Era como éste?
No.
- ¿Así que no era éste? - No.
¿No era éste?
No, era rojo.
¡Era rojo!
- ¿Estás segura? - Sí.
¿Era como éste?
- Sí, ése es. - No, éste es mío.
Este es mi dinero. Jamás me diste un billete de 500.
¡Vaya día! ¡Te dan un billete para comprar un pez
y mira en qué lío te has metido!
¡Y me haces perder el tiempo!
No llores.
Vuelve por donde has venido y lo encontrarás.
¿Qué desea, señora?
Vuelve y lo encontrarás.
No llores.
Jamás encontrará su dinero.
Lo encontrará. En la actualidad nadie mira al suelo,
aunque esté cubierto de oro.
Vamos, cielo. Seca esas lágrimas.
Vuelve por donde viniste y quizá lo encuentres.
¿Qué pasa, cariño? ¿Por qué lloras?
Quería comprar un pez de colores, pero he perdido el dinero.
- Yo te compraré uno. - No.
¿Dónde lo perdiste? ¿Por dónde viniste?
Vuelve por el mismo camino y lo encontrarás. No llores.
Vamos.
¿Aún sigues aquí?
¿No has encontrado tu dinero?
No, no lo he encontrado.
Pobrecita, qué mal lo estás pasando. ¿Dónde vives?
- Por ahí. - Te acompañaré.
Piensa. ¿Recuerdas dónde lo perdiste?
¿Pasaste por aquí?
Por donde están los encantadores de serpientes.
¿Dónde está tu pecera? ¿Por qué no la has cogido?
- La dejé en la tienda. - ¿Por qué?
No quiero la pecera
hasta que no consiga el pez.
Me paré aquí.
¡Aquí! ¿Por qué viniste aquí?
No debías haberlo hecho.
Este no es un lugar para ti.
¿Has visto alguna vez
a una niña sola, como tú,
o a una mujer como yo aquí?
¿No te han dicho tus padres que no debes venir aquí?
Cada vez que pasábamos por aquí,
decía a mis padres que quería mirar un ratito,
pero no me dejaban. Una vez, antes de empezar el colegio,
vi a un hombre mirando
y llevaba a su hija encima de sus hombros,
así que le pedí a mi padre que me aupase,
pero dijo que éste no era un lugar para niñas.
Dio media vuelta
y me dijo que le siguiese. Hoy, al pasar,
vi que mi madre iba por delante y me paré a mirar.
¡Te dije que no era un lugar para ti!
Quería ver lo que no era bueno para mí,
lo que jamás me dejan ver.
¿Comprendes ahora por qué no es bueno para ti?
Sí.
¿Y no volverás más aquí?
No, pero siempre hay encantadores de serpientes aquí,
¿verdad?
¡Has olvidado tu promesa!
¿Cuándo viste el dinero por última vez?
Cuando se lo di al Derviche.
¿Le diste tu dinero?
¿Seguro que te lo devolvió?
Sí, pero no fue él.
Fue el otro, el del pelo blanco el que me lo devolvió.
- ¿Cuándo lo viste por última vez? - En la pastelería.
La que está en la esquina de la avenida.
Me paré y miré el escaparate.
Estuve mirando los pasteles de nata
y luego miré la pecera antes de irme.
Aquí está la pastelería.
¿Dónde te paraste?
Venga, le enseñaré.
Fue aquí.
Aquí no hay dinero.
Estoy segura que fue aquí.
Ven, vamos a mirar mejor.
¿Qué pasará si no lo encuentro?
Le diré a tu madre
que no fue culpa tuya.
Entonces, ¿de quién es la culpa?
¡La verdad es que fue culpa tuya!
Pero le diré eso
para que no se enfade.
¡Mi dinero!
Estoy agotada, nena. Vamos a sentarnos un poco.
- Iremos a ver al Sr. Bakhtiari. - ¿Y mi dinero?
¡Acabas de encontrarlo!
Iremos a ver al dueño de la tienda
antes de que se vaya a casa a celebrar
el Año Nuevo.
Le diremos que te devuelva tu dinero.
Y podrás ir a comprarte el pez de colores.
Eso haremos.
Vamos ya.
Dale recuerdos a tu padre.
- Hola, Sr. Bakhtiari. - Buenos días.
Me alegro de verla.
¿Puedo pedirle un favor?
El dinero de esta niña ha caído al sótano.
¿Podría devolvérselo? Ha caído al sótano
de al lado.
Muy bien.
Vamos, no tienes por qué llorar.
Has encontrado tu dinero.
Podrás comprar tu pez. Bueno, tengo que irme.
Adiós y feliz Año Nuevo.
Igualmente.
Adiós.
- ¿Acabaste esa camisa? - Me falta una manga.
Haz ésta primero. El cliente llegará
de un momento a otro.
Volverá a quejarse.
Coge ésta también
y acábala después de la otra. Rápido.
¿Qué pasa?
¿El cuello es demasiado grande? Lo pidió así.
Incluso me trajo un modelo.
Me limité a copiar el modelo.
Aquí está el pedido de otro cliente. Lo he escrito todo.
He hecho exactamente lo que me pedía.
Es verdad que el cuello es demasiado grande.
El caso es que nunca hago camisas así.
Pero no es culpa mía.
Usted lo pidió.
No se enfade. Sólo le he pedido que lo cambie.
Mire, tengo la cara pequeña. Incluso la camisa que llevo ahora
tiene el cuello pequeño.
No puedo cambiar el cuello. Tendrá que llevársela así.
No me haga perder el tiempo. Es el día de Año Nuevo
y aún tengo mucho trabajo. ¿Por qué es usted
tan exigente?
- No sea tan tozudo. - No lo soy.
Yo he hecho mi trabajo.
Si no quiere ponerse la camisa, es asunto suyo.
¿Qué quieres, niña?
¿Qué quieres?
Mi dinero se ha caído ahí y la tienda está cerrada.
¿La de al lado?
Quería comprar un pez de colores.
Mi madre
me dio dinero para comprar el pez.
Si no quiere hacerlo ahora,
hágalo la semana que viene.
Querido amigo,
parece que no comprende que es imposible.
Su cuello, su cara o su cabeza no son asunto mío.
Deje de decirme que su cabeza es demasiado grande o pequeña.
¿Por qué no la arregla?
No es mi trabajo. Yo no arreglo cabezas.
Eso no es asunto mío. Yo sólo hago mi trabajo.
Llévesela. El resto no me interesa.
No es culpa mía. El problema es
su propio cuerpo.
No tardará más de media hora.
No es como serrar un pedazo de madera. Es cambiar un cuello.
No me merezco esto.
- ¿Cuánto cuesta el pez? - 1500 tomans.
Encontré mi dinero.
Vaya, has vuelto. Te dije que lo encontrarías.
No merecía la pena preocuparte y llorar.
¿Dónde lo tienes?
No lo llevo encima. Se ha caído a un sótano.
Intenté recuperarlo,
pero el dueño estaba discutiendo
con un hombre.
Sólo vine a ver si mi pez seguía aquí.
Vuelvo allá a sacar mi dinero.
No venderá mi pez, ¿verdad?
No te preocupes,
pero promete que volverás. ¿Cuál quieres?
Ese. El que es blanco
como una novia.
En verdad es precioso.
Quiero ése.
Te daré el que es tan precioso como tú, pero cuesta 200.
Mi madre me dijo
que sólo gastase 100.
Bien, no importa.
Llévatelo, sólo tienes que recuperar tu dinero.
Yo pondré los otros 100.
- ¿De acuerdo? - No, no me lo llevo ahora.
Vamos, puedes llevártelo.
No, sólo prométame que no lo venderá.
Te lo prometo.
Yo lo vigilaré hasta que vuelvas.
¿Dónde está tu pecera? Dámela.
La puse aquí mientras Vd. Hablaba con esa señora.
- No vi ninguna pecera. - ¡Claro que la vio!
- ¿Estás segura? - Sí.
¡Mohammed!
Esta niña dice que dejó la pecera en la tienda.
Coge una
y llénala.
Aquí está.
- ¿Adónde vas? - A por agua.
Vuelve pronto.
Aquí está tu pez.
Precioso y redondito.
¡Pero éste está flaco!
Yo quería uno bien gordito.
Lo estás mirando desde arriba.
Así siempre se ven flacos. ¡Mira bien ahora!
¡Mira qué grande! Debes mirarlo así.
Bien redondito, una verdadera preciosidad. ¡Llévatelo!
Primero iré a por mi dinero.
- Puedes pagarme luego. - No.
Ahora vuelvo.
¿Dónde estabas?
¿Qué le ha pasado a tu cara?
¡No es asunto tuyo!
¿Dónde están la pecera y el dinero?
He perdido el dinero.
¿Lo has perdido?
Bueno, no realmente.
Primero lo perdí, pero luego lo encontré.
¿Y dónde está?
¡Tonta! ¡Jamás conseguiremos sacarlo!
¿Qué vamos a hacer?
Intentaremos sacarlo.
¿Pero cómo?
¿De quién es la tienda?
El dueño es ése que está al lado del árbol.
¿Cuál?
El que está apoyado.
El fue quien empezó a discutir.
¡Yo no aguanto eso de un joven!
No paraba de decirme que su cabeza era demasiado pequeña,
que su cuello era largo, que no le quedaba bien.
¿A mí qué me importa?
No vuelvas a enfadarte. Bebe agua.
Toma, fúmate un cigarrillo.
Podría ser tu hijo.
Lo hubiese hecho si no hubiese empezado...
Deberías haberle dado una camisa.
¡No es culpa mía si tiene la cabeza pequeña!
¡Podía haberla llevado a arreglar!
El me la pidió así.
Hace dos años,
me hizo lo mismo. El año pasado estuvo en el ejército.
¡Podía haberse quedado ahí!
Está sin blanca pero no deja de dar órdenes.
¡Haga la camisa así, haga la camisa asá!
¡No está de más recordar quién eres,
de dónde vienes
y lo que vales!
Y sucedió lo que no debía suceder.
Perdí los nervios.
Pero no me siento orgulloso de mí mismo.
Señor, mi dinero.
¿Aún estás aquí?
Deberíamos irnos, Sr. Bakhtiari.
Siento todo este lío. Adiós.
¿Adónde vas? Tú no te muevas de ahí.
- ¿Acabaste la camisa azul? - Sí.
- ¿La tienda de al lado es suya? - No, de otra persona.
¿Puedo irme ahora?
¿No queda nada pendiente?
- ¿Lo has acabado todo? - Sí.
- ¿Adónde vas? - A mi pueblo.
No olvides traerme un regalo.
¿Puedo recuperar mi dinero?
Aquí tienes unos dulces y 2 camisas. Feliz Año Nuevo.
No lo olvides. Vuelve dentro de una semana.
Quisiera estar fuera, si no le importa,
hasta el trece.
Bien, pero no más. Tenemos mucho trabajo.
Volveré a tiempo.
- Adiós. - Adiós.
- ¿Qué quieres? - Mi dinero.
No es mi tienda y el dueño está de viaje.
Vuelve después del Año Nuevo a por tu dinero.
- Es la puerta de al lado. - ¿La que señaló la niña?
- Es mi hermana. - ¿Y qué quieres que haga yo?
- ¿No puede sacar el dinero? - No soy el dueño.
- ¿Está Hossein en Teherán? - ¡Imposible!
¡Ya le conoces!
Se va continuamente de la ciudad.
¡Siempre hace lo que quiere su mujer!
Seguro que se ha ido.
Pero no te preocupes
por tu dinero.
Ahora vete a casa,
vuelve la semana que viene y recuperarás tu dinero.
Intenta comprender.
- Olvídalo. - ¿Qué debo hacer?
- ¿Qué más quieres? - Mi dinero.
No tengo las llaves de la tienda.
Ven la semana que viene.
Sr. Bakhtiari...
Déjeme volver con su cliente.
- Ya habrá reconocido su error. - Bien, si insiste.
- Gracias por su ayuda. - Nos vemos luego.
- ¿Qué podemos hacer? - No lo sé.
¡Cómo voy a saberlo!
La tienda está cerrada y el dueño está de viaje.
Volved la semana que viene.
Marchaos ya.
Faltan exactamente 42 minutos
y 20 segundos
para el Año Nuevo.
El mar está fuerte, hermano,
el mar está muy fuerte.
¿Cómo puedo sacarlo?
¿Qué quieres, chico?
- Mi dinero está ahí dentro. - No puedo ayudarte.
- ¿Me puede dejar esto? - ¿El qué?
El gancho que se usa para echar el cierre.
¿Por qué?
Es sólo un momento.
Bien, pero date prisa. Tengo que irme.
Inténtalo por la rejilla.
¿Qué haces?
No lo sé.
Así jamás lo conseguirás.
Dame el gancho. Intentaré sacarlo.
Es imposible.
Sirve para echar el cierre, pero no para esto.
Si al menos pudiésemos girar el gancho hacia el otro lado...
- ¿Puede? - Imposible.
El gancho está soldado.
No está hecho para esto. Sólo para echar el cierre.
Volved dentro de una semana.
El propietario habrá vuelto y recuperaréis el dinero.
¿Falta poco para el Aniversario de su muerte?
Sí.
Pero aún no puedo ir.
Iré pasado mañana.
- ¿No será demasiado tarde? - No, será el momento adecuado.
Vamos, niños.
No os quedéis aquí. Vais a llamar la atención.
Me ocuparé de ello después de las vacaciones.
Encontraré al dueño.
El dinero está a salvo. Nadie puede sacarlo.
Vuestros padres van a preocuparse.
Teníamos que haberle pedido la dirección.
¿Qué dirección?
La dirección del dueño.
Espera, ahora vuelvo.
¿Qué pasa?
Era un familiar suyo. Quizá no se haya marchado aún.
Espera.
Quiero preguntarte algo.
¿Sabe mamá
- lo que ha pasado? - Calla.
Si me hablas olvidaré la dirección. Ahora vuelvo.
¡Yo no veo ningún billete!
Es de 500.
¿Por eso estás preocupada?
Toma, coge unas pipas.
Veré si puedo ayudarte.
Coge un puñado.
¿No quieres?
Si no te gustan, también tengo dulces.
¿Abro la caja?
Parece que tampoco quieres dulces.
¿Por qué estás preocupada?
No voy a comeros ni a ti, ni a tu dinero.
¿Por qué estás asustada?
Te vi ahí parada
y pensé que quizá podría ayudarte.
No debes tenerme miedo. Soy un buen chico.
Si no me contestas, no volveré a dirigirte la palabra.
Pero... sé dónde vive el dueño.
Vive en la calle a la que fue tu hermano.
Pero no va a encontrarle. ¿Sabes por qué?
Porque no está en casa.
Le ha invitado mi cuñada.
¿Tu cuñada?
Si no está ya allí, estará de camino.
Es difícil saber, porque...
mi cuñada vive a unos 800 kilómetros de aquí.
Sabes...
mi hermana tiene tu edad.
Tienes unos 5 años, ¿verdad?
Qué va, tengo 7.
Mi hermana tiene 5, como tú. Aún no va al colegio.
Has vuelto a equivocarte. Tengo 7 y voy al colegio.
Estoy en primero.
Siempre saco sobresalientes.
¿Qué me dices ahora?
Mi otra hermana está en 3º.
También saca muy buenas notas.
Pero te pareces más a la de 5, la que no va aún al colegio.
¿Qué?
¿Qué quieres decir?
Mis dos hermanas...
Una es un poco mayor que tú y la otra un poco menor.
Estoy
deseando verlas.
Si estás deseando verlas, ¿por qué no lo haces?
Viven muy lejos.
- ¿Dónde? - En Neyshabour.
¿Eres de Neyshabour?
Como el amigo de papá, el Sr. Neyshabouri.
Pero él no habla
como tú.
Llevará mucho tiempo aquí y habrá perdido
el acento.
Si yo me quedase mucho tiempo aquí,
también lo perdería.
- ¿Cuánto llevas en Teherán? - Un año.
¿Cuándo te vas?
Cuando me licencien del ejército
o cuando me den un permiso.
¿No tenéis permiso en Año Nuevo? Los colegios cierran.
Ni siquiera mi padre trabaja. Todos tienen vacaciones.
Nadie trabaja.
Nosotros también tenemos unos días, pero decidí quedarme.
- Me quedaré aquí. - Me mentiste sobre tus hermanas.
No lo hice. Vaya...
has vuelto a enfadarte.
No te mentí.
Estoy deseando verlas.
¿Quieres volver a casa para verlas?
Claro que quiero.
Si quieres ver a tu familia, es que quieres volver a casa.
Tienes razón.
¿Estás de permiso?
Es decir que podrías dejar... tu colegio.
Quiero decir, tu...
Donde trabajo se llama cuartel.
Entonces, ¿por qué no dejas el cuartel?
Dime, ¿cuántos días de permiso
te quedan?
Nosotros tenemos una semana, como tu padre.
Por cierto, ¿en qué trabaja tu padre?
No sé.
¿No lo sabes, o no quieres decírmelo?
Quizá no quiera decírtelo.
No me lo digas si no quieres. Pero yo sí te contestaré.
¿Por qué no vas a casa a ver a tus hermanas
si estás deseando verlas?
¡Sobre todo si estás de permiso!
¿Por qué no vas?
- ¿Quieres saber por qué? - Sí.
¿Y me dirás en qué trabaja tu padre?
Tiene dos trabajos. Te diré uno, pero el otro no.
Mi madre me ha dicho que no hable del otro trabajo.
Su primer trabajo es con la Compañía de Aguas.
Va a las casas en su moto
y lee los contadores.
Ya sabes, ese papel
donde pone cuánto tienes que pagar.
Pero no pienso hablarte de su segundo trabajo.
Yo también
tengo dos razones.
Te diré la primera, pero no la segunda. Como tú.
La primera es que no tengo bastante dinero
para el autobús.
Y además, tengo que comprarles regalos
a mis dos hermanas
y a mis padres. Me gustaría poder llevar regalos.
Por eso no puedo ir. Intentaré
trabajar después del servicio militar,
antes de volver a casa.
¿Y sabes cuánto cuesta
el autobús?
Hay un precio especial para los soldados.
Unos 300 tomans.
¿Qué les hubieses comprado a tus hermanas?
No sé. ¿Se te ocurre
algo bonito?
Podrías llevarles un paquete de chicles,
o unas tabletas de chocolate.
No, chocolate no. Espera, se me ocurre algo mejor...
Llévales de estos. A las niñas les encantan.
Cuestan 7 tomans cada uno.
Así que si compras dos, serán 14 tomans.
Cómpraselos.
¿Y podrías
volver con 400 tomans?
Sí, con 400 sí podría.
¿Me estás ofreciendo dinero?
No,
este dinero es de mi madre. Es para el Año Nuevo.
¡El Año Nuevo! Se me había olvidado por completo.
Tendría que llevarles también regalos de Año Nuevo.
Ahora que me has dado buenas ideas,
coge unos dulces. Yo intentaré sacar tu billete.
¿Por qué no coges?
¿Te han dicho que no aceptes nada de extraños?
Sí.
- Y que no hables con ellos. - Sí.
Por eso no querías hablar conmigo.
Sí.
Es verdad que no te conozco, pero no soy un extraño.
Si no me conoces, eres un extraño.
Hago el servicio militar aquí, pero no conozco a nadie
y nadie me conoce. Así que soy un extraño,
pero es como si no lo fuese.
¿Qué significa eso?
Cuando te vi por primera vez,
fue como si nos conociésemos.
Así que me acerqué a hablarte. Me sentía como tu hermano.
No seré una extraña para ti,
pero no tienes la edad de mi hermano.
Así que tú eres un extraño para mí.
Me dijeron que no aceptase cosas
de extraños y que no hablase con ellos.
¿Debo decirles a mis hermanas que hagan lo mismo?
¿No se lo has dicho aún?
No...
Vivimos en un pueblecito
donde todos nos conocemos. Allí no hay extraños.
Pero aquí, la gente no se conoce.
No se relacionan, así que son como extraños.
Ven aquí.
¿Qué estabas cotorreando?
Hablábamos de sus hermanas.
Sabes que no debes hablar con extraños.
Pero no es un extraño.
¿Qué?
Tiene una hermana de mi edad,
un poco mayor o un poco menor...
¡No he hecho nada malo!
¡Ya verás cuando lleguemos a casa!
Escucha...
Tu hermana no me habló.
¡Claro que te hablé!
¡Ya verás cuando lleguemos a casa!
No la riñas. Toma, coge un puñado.
Bueno, tengo que volver al cuartel.
No te pongas triste, pequeña. Adiós.
Están muy bien.
¿El qué?
Tus zapatos.
Pero no son nuevos.
Ya lo sé. Pero están recién encerados.
- ¿Encontraste su casa? - Sí.
- ¿Estaba en casa? - Sí, pero se estaba duchando.
¿Qué haremos si no viene?
No tengo ni idea.
¿Qué hacemos ahora?
No sé.
Le dejé el recado
de que viniese cuando acabase de ducharse.
¿Y si es como papá?
¡De mal humor antes de la ducha
y con sueño después!
No vendría. ¿Qué haríamos entonces?
No sé.
Si la tienda estuviese abierta, hubiese cogido el gancho
y lo hubiese torcido para poder sacar el dinero.
¿Cómo?
Hubiese puesto algo pegajoso en la punta.
¡Ladrón!
¡No soy un ladrón!
- Robaste mis globos. - ¡Mentira!
¡Vas a cobrar!
¡Deja a mi hermano!
¡Déjale en paz!
¡Ya no quiero el dinero, déjale en paz!
- Era para sacar el dinero. - ¿Qué dinero?
- El del pez de colores. - Mira bien.
¡Ahí!
Levanta, hermanito.
No veo dinero.
Pega la cara a la reja y si no estás ciego,
lo verás.
Mira bien.
Apártate.
Déjame a mí.
Es inútil.
Si tuviese algo pegajoso, lo conseguiría.
¿Como qué?
Como cola o chicle.
¿Tienes algún chicle?
¿De dónde quieres que lo saque?
¿Crees que vendo chicles?
Ven.
- ¿Tienes cambio? - No tengo nada.
Busca bien.
- ¿Para qué lo quieres? - Haz lo que te digo.
¡Jamás llevo dinero en el bolsillo!
No seas pesada.
Toma, siempre tengo uno de estos en el bolsillo.
Espera aquí. Iré a por chicle.
- Tengo que vender los globos. - Véndelos aquí.
- ¿Cuánto cuesta este chicle? - ¿Cuál?
5 tomans.
Aquí tiene 10. Devuélvame 5.
- ¿Dónde está el chico afgano? - Se ha ido.
¿Por qué le has dejado?
Se fue sin más.
Pero no hablé con él.
¿Por dónde se ha ido?
Por ahí.
- ¿Has traído chicle? - No.
Intentaremos con tu caramelo.
Pero no tenemos palo.
¡No te lo habrás comido! Seguro que sí.
Toma, cógelo. Ya no lo quiero.
¡Mira, es él!
¿Dónde estabas? Dame tu palo.
Chicos, he comprado chicle.
Vamos a jugar.
¡Alto!
- He ganado. - ¡No, yo!
No, he ganado yo.
- ¿Lo tienes? Con cuidado. - Déjame intentar.
Ahora me toca a mí.
- Sí tú no puedes, me toca a mí. - Bien.
¡Cuidado! Ha vuelto a caerse.
- Me toca. - Una vez más. Luego, intentas tú.
No lo haces bien.
Déjame intentarlo.
¿Qué pasa aquí?
Nuestro dinero está ahí abajo.
- ¿Qué dinero? - El dinero de mi hermana.
¿Para esto me hacéis venir el día de Año Nuevo?
¿Es ésta su tienda?
- Sí. ¿Cómo puedo ayudaros? - ¿Es posible...
sacar nuestro dinero?
Su teléfono no paró
de sonar.
Debías haber contestado
para ver quién era.
Dámelo.
Aquí tienes tu palo.
Adiós, señor. Vamos, ¿a qué esperas?
¿Por qué me habéis hecho venir si podíais hacerlo solos?
El mar está fuerte, hermano,
el mar está fuerte...
¿Sigue fuerte el mar, amigo?
Es hora de volver a casa.
¿Tienes cerillas?
¿Por qué iba a tenerlas? ¡No vendo cerillas!
¿Tiene una cerilla?
No lo cerraste.
Si no lo hubiese cerrado te lo diría.
¿Encontraste tu dinero, niña?
Lo encontramos.
Y compraste tu pez. Ves, no era para tanto. Feliz Año Nuevo.
Feliz Año Nuevo.
Ven, ¿a qué esperas?
El año 1374 del calendario solar
acaba de empezar.