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han sido reconstruidas.
En Carolina del Sur toman una familia de rehén
para asaltar descaradamente un banco.
La policía rastreó a los sospechosos,
pero no podían mantener al líder en prisión.
El FBI y la policía de cuatro estados
están decididos a detenerlo.
El fugitivo armado lucha implacablemente
para preservar su libertad.
Los archivos del FBI.
Cuando la cajera de un banco llegó a su casa paterna,
los delincuentes ya estaban ahí.
Tomaron de rehén a su familia
y la obligaron a vaciar la bóveda del banco,
si no accedía
podía perder a sus seres más amados.
Soy Jim Calstrom,
antiguo director del FBI en Nueva York.
Cuando las autoridades atraparon al cerebro del crimen
no lo retuvieron,
pronto estaría en libertad
y con todo el FBI al acecho.
Rehén.
El río Savannah marca el límite estatal
que divide Augusta, Georgia,
de Augusta del Norte, Carolina del Sur.
Del lado de Carolina del Sur,
un viernes a la tarde en Octubre de 1995,
Parker y Brenda Shaw
regresaban a su casa con su nieta Briana.
Cuidaban de Briana los viernes a la tarde
cuando su madre, Amy Shaw,
trabajaba hasta tarde como cajera.
Parker trató de abrir el garaje
pero el control remoto no funcionaba.
Sin saber que había alguien,
entró en la casa para abrir el portón desde adentro.
Rápidamente los dos intrusos
ataron a Parker con cinta conductora,
luego lo introdujeron en la habitación por la fuerza.
Afuera Brenda se cansó de esperar.
Caminó con Briana hacia la puerta principal
cuando finalmente se abrió el portón.
El hombre introdujo a Brenda
en la misma habitación donde su marido
estaba siendo vigilado por otros dos intrusos.
Los delincuentes le robaron el dinero
y las tarjetas de crédito a la atemorizada pareja,
pero luego el líder dijo que en realidad
buscaban a la hija de los Shaw, Amy y el dinero de su banco.
La esperarían.
Los intrusos armados
retuvieron a los Shaw por más de una hora.
A las 7 p.m el delincuente líder
le ordenó a Brenda que fuera al comedor,
mientras uno de sus hombres
vigilaba a su esposo y a su nieta.
Esperaban a Amy asomados por la ventana,
sabían exactamente cuando llegaría.
Para Amy Shaw era un viernes a la noche
como cualquier otro.
El delincuente le ordenó a Brenda
que fuera hacia la puerta principal.
Casi siempre estaba abierta
y Amy se sorprendió al no poder entrar.
Inmediatamente supo que algo andaba mal.
El líder sujetó a Amy,
dijo que la había estado
observando desde hacia un tiempo,
conocía sus horarios, su vulnerabilidad, todo.
Comenzó a interrogar a Amy
acerca del sistema de seguridad del banco.
Gracias a su entrenamiento sabia que lo mejor
era obedecerles en todo.
Dijo que podía ayudarlo a entrar en el banco
pero se necesitaban dos códigos para abrir la bóveda
y ella sabía uno solo.
Dijo que discutirían eso cuando llegaran al lugar
y le advirtió que, si algo salía mal,
su familia podría salir herida.
Un líder dijo que llevaría a Amy al banco
y le dijo a sus hombres que los llamaría.
Sus padres y su pequeña hija
sólo podían esperar que no la lastimaran.
Cuando salieron
el secuestrador se quitó la máscara
para no despertar sospechas.
A punta de pistola Amy condujo,
a través del río Savannah, desde Carolina del Sur
hasta Georgia y hasta el banco en el que trabajaba.
El delincuente le ordenó que rodeara el banco lentamente
para que él pudiera comprobar
si el personal de limpieza estaba dentro.
Amy se detuvo justo al lado del cajero automático
con la esperanza de que la cámara
captara la imagen del secuestrador.
Al ver que estaba despejado
le ordenó que se dirigiera a la puerta trasera.
Le dijo que al entrar ella
tendría que explicar cada uno de sus movimientos
para que él supiera que no detonaría la alarma
y le advirtió que no podía equivocarse.
Adentro,
le enseñó las alarmas que podía desconectar.
Pero mientras le explicaba
no podría abrir la bóveda principal por si sola.
Tenia una combinación
pero una compañera tenía la otra.
El secuestrador le advirtió a Amy
que su familia permanecería a salvo,
sólo si él podía ingresar en la bóveda.
En la casa de los Shaw, los intrusos reunieron a la familia
en el comedor para vigilar la entrada.
Los Shaw tenían la esperanza de que todo terminara en paz
pero los hombres se veían agitados
y con las armas listas.
Un arma se había disparado accidentalmente.
Los intrusos pensaron que el ruido
podría haber alarmado a los vecinos
y la preocupación se acrecentó
mientras otro auto se acercaba a la casa.
Era el cuñado de Amy con su hermana
y su pequeña hija que llegaban de visita.
Fueron capturados apenas ingresaron en la casa,
ahora los delincuentes tenían seis rehenes.
En el banco el líder le ordenó a Amy
que llamara a su compañera
para que le diera la segunda combinación.
Cuando Amy le preguntó,
su compañera dudó sin entender lo que estaba sucediendo.
Amy trató de explicarle
que habían secuestrado a su familia,
el delincuente tomó el control
y le amenazó diciéndole que él mismo iría a por el código.
Temiendo por la seguridad de Amy,
la compañera le dió la segunda combinación.
El delincuente se aseguró de que la mujer se quedara en línea
para que no pudiera llamar a la policía.
Amy pulsó la segunda combinación
pero estaba tan nerviosa,
que la bóveda permanecía cerrada.
Lo intentó nuevamente con cuidado
y la puerta se abrió.
El ladrón se aseguró de que Amy
retuviera a su compañera en línea,
le ordenó que le indicara que recipientes
tenían dinero de carnada que consecuentemente
estaba numerado o fajos con explosivos,
no se acercó a esos.
El ladrón cargó el dinero y le ordenó a Amy
que llamara a sus padres por la otra línea.
El líder le ordenó a sus hombres
que se encargaran de la casa
y que le dejaran un mensaje cuando ya estuvieran fuera.
Luego se fue con más de 86.000 dólares.
Cuando se fue, Amy detonó la alarma
para que acudieran en su ayuda.
Luego llamó a la casa desesperadamente
y con preocupación,
su madre le advirtió que no llamara a la policía.
Los delincuentes seguían allí,
pero era demasiado tarde ya lo había hecho.
Los delincuentes corroboraron que la atemorizada familia
seguía estando atada.
Parecía que se estaban yendo
pero uno dudó,
había seis testigos del crimen.
A las 8 p.m
el alguacil del condado de Richmond
acudió al banco de Georgia
y descubrió que el verdadero crimen
ocurría del otro lado del río.
El investigador principal era Kenneth Boose.
Transmitimos toda la información
que teníamos a la oficina del alguacil
del condado de Edgefield
y les dijimos que probablemente la familia
siguiera de rehén.
En el condado de Edgefield, Carolina del Sur,
el investigador del alguacil
Don Bullock recibío el llamado.
Teníamos una familia secuestrada,
se trataba de un código uno.
Eso es todo lo que tienes, aunque llegues rápido.
La familia llamó diciendo que los delincuentes se habían ido,
pero los delegados tenían que estar seguros.
Los delegados registraron la casa.
Se habían ido.
Estaban a salvo, no había heridos.
Físicamente no estaban heridos pero mentalmente
tenían que estar conmocionados.
Los Shaw describieron a los hombres
lo mejor que pudieron.
Nunca le vieron los rostros
y solo sabían que eran hombres afro americanos.
Los hombres estaban armados y eran agresivos.
Uno había apuntado a Parker en la cabeza,
pero nunca disparó.
Cuando los delincuentes se fueron,
los familiares se desataron entre ellos
y esperaron que llegara la policía.
Parker explicó que los delincuentes
habían tomado las llaves del auto de su cuñado
y describió lo que llevaban puesto.
Y así fue transmitido un APB.
Como en cualquier asalto a un banco,
las autoridades del condado de Richmond
notificaron al FBI.
El agente especial Gerry Jones,
de Augusta, de la agencia residente en Georgia,
llegó para entrevistar a Amy.
Describió al líder del grupo y la dirección en la que se fue.
Dijo que quizá había capturado una imagen de él
y le dijo al agente especial Jones acerca de la cámara
que había en el cajero automático.
Trató de colocarlo en una posición determinada
para que la cámara le tomara una fotografía
pero resultó ser que la cámara sólo se activa
cuando alguien introduce una tarjeta en la máquina,
así que eso no funcionó.
Las cámaras de adentro tampoco lo tomaron.
Al llegar a la escena del crimen, en Augusta del Norte
el investigador Bullock recibió un informe
acerca de la búsqueda de evidencia.
Técnicos de la división de Carolina del sur
sólo habían hallado huellas aceitosas de zapatos
en el suelo de garaje
y las fotografiaron para compararlas
con las de los futuros sospechosos.
Desde el interior de la casa
los técnicos recuperaron un solo cartucho
de la única bala que se había disparado
en el comedor.
Era calibre 38 pero no tenía huellas.
No pudieron encontrar huellas de los delincuentes
en ningún sitio
debido a que habían usado guantes todo el tiempo.
En la entrada de la casa,
los investigadores hallaron un vehículo
estancado en una zanja.
Cuando se fueron de la casa
los dos sospechosos querían llevarse un auto
y le quitaron las llaves a las víctimas en la casa.
En el apuro por salir dieron marcha atrás,
se estancaron en una zanja
y entonces no pudieron salir, así que tuvieron que irse a pie.
Los técnicos recuperaron huellas extrañas del vehículo.
Más evidencia para comparar con los futuros sospechosos.
Cerca de allí hallaron varios objetos
que creían que se les habían caído
a los delincuentes al huir.
Había varias armas incluyendo una escopeta
y una magnum 357.
La ropa, las máscaras y los guantes
que hallaron en los arbustos,
coincidían con los que llevaban los asaltantes.
Sin la ropa, la policía no tenía
una descripción puntual de los sospechosos.
Actualizaron el ya impreciso APB.
Tres hombres afro-americanos,
dos probablemente a pie,
uno en un Sedán azul oscuro,
armados y considerados peligrosos.
En 1995,
Carolina del Sur y las autoridades de Georgia
buscaban a tres hombres enmascarados
que habían secuestrado a la familia Shaw
para asaltar un banco.
Una hora después de haber llamado al 911
un delegado que estaba fuera de servicio
iba a la casa de los Shaw,
cuando escuchó el APB corregido.
Vio como dos hombres parecidos a la descripción
se alejaban del vecindario de los Shaw.
Según el investigador del alguacil Don Bullock,
el delegado interrogó a la pareja.
Les preguntó que estaban haciendo allí
y dijeron que estaban en la iglesia
jugando al basketball, pero no tenían balón.
Pronto llegaron los refuerzos.
Los delegados sabían que ese campo de basketball
no tenía las luces encendidas.
A esa hora de la noche estaba oscuro.
Las banderas rojas estaban flameando,
fue como armar un rompecabezas.
Los jóvenes acordaron ir
a una estación de policía cerca de la casa de los Shaw
para continuar con el interrogatorio.
Fueron identificados como Daniel Evans
y Lamarco Roscoe.
En el banco,
el agente especial de FBI Gerry Jones
se enteró de la detención de los dos jóvenes.
Decidí irme del banco
por que la víctima ya estaba bien y se sentía segura,
así que abandoné el banco
y me dirigí a Carolina del Sur
para interrogar a los sospechosos.
Jones llegó a la estación de policía
casi al mismo tiempo que los sospechosos.
Él y el investigador del alguacil Kenneth Boose,
sabían que si hay más de un sospechoso
conviene interrogarlos por separado.
Los separamos
por que casi siempre se dan por vencidos
comienzan a preguntarse que nos habrá dicho
el otro sospechoso.
Cuando se dan cuenta de que el otro
puede estar confesando entonces
quieren ser los primeros en subirse al tren y cooperar.
Los hombres no pudieron describir
la iglesia en la que presuntamente
habían estado jugando al basketball
y los investigadores percibieron
que podrían estar involucrados en el crimen.
El agente Jones comenzó por Lamarco Roscoe.
Desarrollas un concepto
acerca de cual es su temor más grande
algunas debilidades de su pasado
o de su familia o algo similar.
Y en este caso en particular
el temor más grande que tenía Roscoe
era a la pena de muerte.
Jones sabía que Amy Shaw estaba a salvo
pero apostó que Roscoe no.
Le dijo que su preocupación principal
era la seguridad de Amy.
Le dije que debía saber que si el tercer ladrón la mataba
tendría que enfrentarse a la silla eléctrica
por complicidad en el asalto.
Todo lo que le dije era verdad.
Mi interés principal era la seguridad
y el bienestar de la víctima
y es verdad que si el tercer ladrón
hubiese matado a Amy Shaw,
ellos tendrían que haber enfrentado la pena de muerte.
Pronto el sospechoso admitió
haber estado involucrado en el crimen.
Cuando se le preguntó
acerca del nombre del líder del grupo
dijo que sólo lo conocía por su nombre de pila, Chris
y que creía que su apellido empezaba con J.
Otro oficial de la ley
que conocía a algunos mal vivientes
de Augusta reconoció el nombre
y preguntó si por casualidad se trataba de Christopher Jeburk
a lo que respondió positivamente.
Luego Jones interrogó
al segundo sospechoso, Daniel Evans.
Le dije que su cómplice ya había confesado
y de inmediato él me contó lo que sucedió esa noche.
Queríamos que nos confirmara el nombre del tercer sospechoso
sin incitarlo y entonces
delató a Christopher Jeburk diciéndonos su nombre.
Mientras hablaban con Roscoe y Evans
los investigadores notaron que obviamente
ellos eran los seguidores y Jeburk estaba a cargo.
No eran el cerebro del asalto a este banco
eran, en mi opinión, títeres del cerebro.
No parecieron entender exactamente
lo que estaba sucediendo,
solo que en los últimos días habían estado con Jeburk
en varias oportunidades observando distintos bancos
y ideando planes para llevar a cabo.
Tras finalizar con los interrogatorios preliminares
Jones descubrió que uno de los sospechosos
había mencionado el número de un radio mensaje.
Le pidió a un oficial que llamara a ese número.
Cuando el llamado fue regresado
el oficial se identificó.
La persona del otro lado dijo que su nombre era Chris Jeburk.
Cuando le preguntaron
dijo que estaba a 160 kilómetros de allí,
en Mount Vernon, Georgia.
Jeburk estaba a la defensiva y le preguntó al oficial
si estaba siendo acusado de algo, luego colgó.
Los investigadores se dirigieron
a la casa de Jeburk inmediatamente.
Las autoridades conocían muy bien a Christopher Jeburk
y sabían perfectamente como llegar a su casa.
Si él era el secuestrador líder,
ya sabía que la policía lo buscaba,
y con ventaja y 86.000 dólares en efectivo,
Christopher Jeburk podía estar en cualquier parte.
En Octubre de 1995
las autoridades estaban buscando a Christopher Jeburk,
lo buscaban por secuestro armado
y asalto a un banco.
A pedido del FBI
y de los delegados del condado de Richmond,
la madre de Jeburk llamó a su hijo al celular
y le aconsejó que regresara para hablar con las autoridades.
Aproximadamente a la 1 a.m llegó junto a su novia.
Con sólo 19 años, Jeburk ya estaba
en libertad condicional de cinco años por robar
y por fugarse de un centro de detención.
Los investigadores lo detuvieron para interrogarlo.
Su novia también quiso acompañarlo.
En el departamento del alguacil
el agente especial del FBI Jerry Jones
interrogó a Jeburk acerca del secuestro
de la familia Shaw y el asalto al banco de Georgia.
Jeburk admitió conocer a los dos delincuentes
que habían confesado, Daniel Evans y Lamarco Roscoe,
pero negó haber estado involucrado en el crimen.
Dijo que en ese preciso momento
estaba en Mount Vernon, Georgia,
con su novia y una amiga.
Al principio Jeburk utilizó las dos chicas de coartada
alegando que había ido con una de ellas
a buscar a la otra y regresaron a Augusta, Georgia.
Declaró que estuvo todo el día con las dos chicas
incluso al llegar a Augusta fueron juntos al cine, los tres.
Jones interrumpió el interrogarorio temporariamente
para hablar con la novia y la segunda amiga,
que estaba en la estación a pedido de los investigadores.
Las dos chicas al ser interrogadas
no quisieron corroborar la coartada.
Según el investigador del alguacil
del condado de Richmond, Kenneth Boose,
Jeburk intentó con una nueva coartada rapidamente.
Dijo que no nos podía decir
donde había estado exactamente la noche del asalto
por que estaba involucrado en otra actividad criminal,
en el tráfico de drogas en Atlanta, según él.
La nueva historia de Jeburk no convenció a nadie.
Las autoridades federales lo acusaron de seis cargos
incluyendo conspiración, robo de auto,
secuestro y asalto a mano armada.
Después de varios interrogatorios Jeburk,
finalmente, comenzó a cooperar
y él nos dijo que estaba involucrado
en este asalto y secuestro,
y que en realidad el lo había llevado a cabo
pero no había sido el cerebro,
que el estaba involucrado en una organización criminal
y no podía rebelar más información
por que él temía por su familia.
Otra obvia mentira de un hombre
que estaba tratando de protegerse a cualquier precio.
Los compañeros de Jeburk, Daniel Evans y Lamarco Roscoe
se declararon culpables por los cargos estatales
de robo, secuestro y asalto a mano armada,
fueron sentenciados a 30 años de prisión.
Christopher Jeburk fue procesado
por el abogado estadounidense Richard Goolsby.
El único problema en este caso
era que no teníamos evidencia científica,
los resultados no eran favorables.
Cuando el laboratorio nos enviaba un reporte
sobre las huellas digitales o las pisadas,
ninguna coincidía con las de Jeburk
pero en términos de calidad de evidencia
tuvimos la suerte de que la víctima
y sus familiares fueron testigos realmente muy valiosos
y colaboraron con el caso.
Jeburk fue condenado por los seis cargos,
quedando expuesto a cadena perpetua
sin libertad provisional.
Mientras esperaba la sentencia,
Jeburk estaba detenido
en una pequeña prisión del condado,
allí conoció a otro interno
Jerome Frierson- Bey, otro ladrón de bancos.
Esperaba su sentencia por tres robos a mano armada.
En ese entonces estaban agrandando
las instalaciones de la prisión.
Para idear la fuga les sobraba el tiempo.
El 27 de Marzo de 1996 un guardia vio una puerta abierta
mientras registraba las celdas.
Un guardia reveló que faltaban dos internos,
Christopher Jeburk y Jerome Frierson- Bey.
La policía cerró el perímetro con control policial
que detenía y registraba los vehículos.
Mientras la búsqueda continuaba
los delegados del condado de Edgefield
corroboraron que los Shaw estuvieran a salvo.
Yo estaba convencido de que en algún momento
él regresaría con su madre.
Decidimos vigilar las 24 horas
a su madre y a su novia.
Las autoridades observaban pero Jeburk nunca apareció.
Luego el agente especial del FBI,
Doug Fender,
desarrolló una pista sorprendente.
Otros oficiales y yo estábamos dirigiendo
una investigación a parte acerca de los robos de autos
en Augusta, Georgia,
área afectada por el robo de un Mitsubishi Eclipse verde.
Pudimos identificar a un individuo en prisión
que declaró que había transferido
el vehículo robado a una mujer
relacionada con Jeburk.
Los agentes interrogaron a la chica en el hotel
en el que trabajaba.
Inicialmente negó saber algo acerca de la fuga
pero el agente especial Fender trató de hacerla cooperar.
Este trabajo se trata de hablar con las personas.
Cuando dejas de lado esas técnicas forenses excesivas,
probablemente el éxito de muchos agentes
se basa en su capacidad para obtener información
de los individuos y hacer que te digan algo
que quizá no quieran compartir contigo.
Cuando advirtió que podría acabar en prisión,
admitió haberlo ayudado a escapar.
Comenzamos a buscar el vehículo robado
y enviamos un informe a los estados más próximos
con la descripción.
El día después de la fuga,
un auto con las mismas características se detuvo
cerca de un banco en Lumberton, Carolina del Norte,
352 kilómetros al noroeste de la prisión.
Dos hombres, con sombrero guantes
y gafas para el sol, asaltaron el banco
a punta de pistola.
Los empleados cooperaron para que nadie resultara herido.
La policía de Lumberton y el FBI de Carolina del Norte,
acudieron a la escena.
Determinaron que se habían llevado 4.500 dólares
de la bóveda del banco.
Las cámaras de seguridad filmaron el asalto.
Las imágenes eran demasiado borrosas
como para descifrar rostros,
pero según las descripciones de los empleados
se parecían a Jeburk y Frierson-Bey
y el auto en el que escaparon
coincidía con el de los fugitivos.
El auto era la pista más acertada,
según el agente especial Doug Fender.
Este vehículo que ingresamos en un NCIC
que descubrimos fue notificado
por los oficiales de Lumberton.
El auto fue hallado en Lumberton, Carolina del Norte.
Una hora después de hallar el auto,
los agentes recibieron un reporte de usurpación de hogar
y robo de auto en Lumberton.
Fueron a interrogar a las víctimas.
La pareja declaró que estaban trabajando
en su auto dentro del garaje,
cuando dos hombres armados irrumpieron,
se llevaron el auto y se cambiaron de ropa.
Luego se fueron tan rápido como llegaron.
Al ver las fotos, la pareja identificó positivamente
a Jeburk y Frierson- Bey.
Así que teniamos un segundo vehículo
y un informe de ese auto.
Fue hallado en Raleigh, Carolina del Norte.
Jeburk y Frierson- Bey asaltaron un banco allí.
Los fugitivos se dirigían hacia el norte, rápido.
Sabíamos que Frierson-Bey
tenía parientes en el área Nueva York-Nueva Jersey,
así que, sospechábamos que ese sería el destino final.
Rastrear a la pareja se convirtió en cuestión
de seguir la pista de los bancos asaltados.
Lo que notamos fue una tendencia de asaltos a bancos
a lo largo del corredor I95.
Cuando estábamos rastreando a Frierson-Bey y Jeburk
sospechábamos que habían asaltado
de 11 a 14 bancos en la costa este.
En algunos de los asaltos hombres similares
a la descripción de uno o ambos fugitivos
fueron capturados por videos de vigilancia.
Por medio de la identificación de testigos
y vigilancia fotográfica
pudimos establecer que permanecieron juntos
por lo menos hasta llegar a Fredericksburg en Virginia.
Los agentes focalizaron la búsqueda en Nueva Jersey,
dónde Frierson-Bey tenía familiares.
Basándonos en dos datos que vimos
en un programa de la televisión nacional
Frierson-Bey fue rastreado hasta un motel,
situado en Patterson, Nueva Jersey.
Miembros del FBI en Nueva Jersey
vigilaron el lugar,
cuando los agentes pudieron establecer
que Frierson- Bey podría estar en el motel
recordaron las premisas.
De estar adentro y armado,
acercarse a la puerta sería peligroso,
decidieron esperarlo afuera.
Pronto descubrirían que el fugitivo
no se entregaría sin dar pelea.
llevados a cabo por los fugitivos
los agentes creían haber rastreado a uno de ellos,
Jerome Frierson-Bey hasta un motel de Nueva Jersey.
Vieron al fugitivo después de varias horas,
se dirigía a su auto mientras el equipo SWAT
entraba en acción.
Se encerró,
pero eso no los detendría
según el agente especial del FBI, Doug Fender.
Aunque los miembros del FBI
se lo habían pedido varias veces,
Frierson-Bey no quería salir del vehículo
hasta que uno de los miembros de SWAT
rompió el vidrio con su ametralladora MP5,
entonces Frierson-Bey salió del vehículo por la fuerza.
SWAT recuperó un arma semiautomática
calibre 40 que estaba cargada
junto con 1.500 dólares en efectivo
que habían sido robados.
La búsqueda en el motel rebeló que no había signos
de su compañero, Christopher Jeburk.
Jerome Frierson-Bey se declaró culpable
de diez asaltos a bancos y fue sentenciado a 19 años
en prisión federal sin libertad condicional.
Aseguró que desconocía totalmente
el paradero de Jeburk.
Allar a Christopher Jeburk seguía siendo la prioridad
del agente especial Jones.
Creemos que Jeburk y Frierson-Bey
se separaron y Jeburk emprendió su regreso a Georgia.
Siempre supe que Jeburk regresaría a su casa.
El FBI ofreció una recompensa
de 10.000 dólares
y estaba a punto de agregarlo a la lista
de los diez fugitivos más buscados
cuando una noticia generó una pista prometedora.
Una testigo dijo que el fugitivo podría estar
con su ministro en Atlanta,
aunque el ministro no sabía que Jeburk era un criminal.
La testigo vio a Jeburk en la casa del ministro
luego que internaran al anciano por problemas de corazón.
Los oficiales rodearon la residencia
vestidos de jardineros.
El 9 de Mayo de 1996
un vehículo se detuvo en la casa del ministro,
cuando el conductor bajó del auto,
los agentes lo identificaron visualmente.
Era Jeburk.
Los oficiales entraron en acción.
Sorprendido y acorralado Jeburk no intentó escapar.
Al registrarlo, los agentes
hallaron 2.000 dólares en el calcetín.
Fue regresado a prisión otra vez
para esperar la sentencia por el secuestro
y el asalto a un banco de Augusta.
Cuando Jeburk fue detenido
pensamos que la iramos y ra
pero por muy poco tiempo.
Jeburk no se daba por vencido.
Seis semanas después de su detención
se volvió a escapar.
Cuando Jeburk escapó y recibí el llamado telefónico,
acudí a prisión para recoger
cualquier evidencia posible que hubiera allí
y hallamos la hoja de un serrucho.
Cuando él salió por la ventana de la celda
se topó con una gran cerca doble
alrededor de la prisión
cubierta con cable de concertina
así que tuvo que saltar la cerca
y el cable de concertina.
Los agentes registraron el área
y la cerca que tenía un cable cortante en la parte superior,
había pedazos de uniforme de prisioneros.
Al encontrar rastros de sangre supimos que estaba herido
pero estaba a pie.
Tenían la esperanza de que no hubiese llegado lejos.
Así que comenzamos a buscarlo
por esta zona de bosques rurales que también conduce
a una zona pantanosa,
probablemente de 16 kilómetros cuadrados.
Inmediatamente trajimos perros para rastrear
que nos condujeron directamente
a la zona de bosques
y supimos cual era la ruta de escape que había tomado.
Como soy mayor fui con gente más joven al bosque
y rastreamos el lugar durante varios días
sin poder hallarlo,
luego decidi que necesitábamos equipos electrónicos
para rastrearlo,
así que contacté a la comisión de energía atómica
del sur de California
y ellos me proporcionaron un helicóptero
equipado con un sistema infrarrojo,
que es un sistema que detecta el calor.
Registraron docenas de kilómetros cuadrados
con un equipo sumamente sensible,
pero de algún modo Jeburk
se las ingenió para no ser detectado
y seguía prófugo.
Cuatro días después
un delegado que estaba fuera de servicio
creyó ver al fugitivo cerca de Appling, Georgia.
El hombre renqueaba como si estuviese herido.
El delegado llamo a la estación
y otros oficiales se desplegaron
para registrar la zona.
Fue rastreado y detenido en una zona de bosques
justo detrás de una de las escuelas de gramática.
Christoher Jeburk fue detenido nuevamente.
Finalmente dos semanas después
fue sentenciado por asaltar el banco Augusta
y por secuestrar a Amy Shaw y a su familia.
El abogado estadounidense Richard Goolsby
luchó para mantener a Jeburk
fuera de las calles para siempre.
Nuestro rol es proteger a la comunidad.
Es nuestra mayor responsabilidad,
estábamos preocupados
y teníamos que pedir sentencia máxima
para el caso Jeburk.
Afortunadamente la corte impulsó el máximo,
cadena perpetua más cinco años.
Jeburk tuvo que cumplir su sentencia
en la prisión federal de Leavenworth, Kansas,
sin libertad condicional.
La única posibilidad de recuperar su libertad
sería escapándose.
Varias semanas después de la sentencia
Jeburk fue atrapado cuando intentaba
hacer eso exactamente.
Colgado debajo de un camión de ropa sucia,
casi había llegado a la puerta principal.
Jeburk fue transferido al penal de máxima seguridad
en Atlanta, Georgia.
Si Harry Houdini estuviera
en el penal federal de Atlanta no podría escaparse
y Christopher Jeburk no es ningún Houdini.
No hay duda de que Jeburk lo intentará nuevamente,
pero ahora se encuentra en una de las prisiones
más seguras de Estados Unidos.