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devastadora guerra que se prolongó por cinco largos años.
esa gloriosa victoria tuvo un gran significado no sólo para la Unión Soviética sino también para
muchos países de la región que pudieron liberarse del yugo de la Alemania fascista.
"Libertad o muerte" Con estas palabras en sus labios y con sus vidas en juego los soldados soviéticos
izaron la bandera roja en Berlín, briendo así una nueva página
en la historia de la humanidad.
El ejército soviético ofreció un sinnúmero de víctimas.
Pero la victoria también requiere de sacrificios.
Muchos y muchos armenios mezclaron su sangre inocente
con la sangre de incontables víctimas, ofreciendo innumerables y gloriosos héroes
Gloria y honor para ellos!!
Recordemos a los grandes mariscales, a Bagramian y Babadjanian,
al almirante Isakov y a Nelson Stepanian, a Nver Safarian y Hunán Avedissian y a muchos otros héroes.
Junto a todos ellos y cumpliendo con su obligación en esta guerra,
en 1943 se sumó a las víctimas del salvaje contraataque en el Estrecho de Kerch,
Abrahám Abrahamian, el padre de mi esposo.
Aún hoy, en nuestro cofre familiar,
se conservan las cartas que dirigiera a su esposa y a su hijo,
a ese hijo que jamás vio a su padre.
Apenas salvado del Genocidio y habiendo hallado refugio en Grecia,
este jóven fue de aquellos pocos armenios que en 1932
egresaron a la Patria y de los primeros que partieron a la guerra para defenderla.
El destino fue despiadado no sólo con él sino con muchos otros,
dejando incontables huérfanos y viudas,
innumerables madres cuyos ojos jamás se secaron.
En verdad, en la paz de nuestros días,
estamos en deuda con la sangre vertida por todos ellos.
Una vez más agradezco al Partido Comunista por haberme dado la palabra en esta ceremonia.
Vengan pues a honrar, una vez más,
a memoria de las víctimas del 24 de Abril y de la II Guerra Mundial
y digamos ¡no! a todas las guerras.
Muchas gracias, Zeta Abrahamian.